Realizaron refugios para 22 ejemplares de este animal herbívoro que antes habitaba una importante zona de la Pampa de Achala. Es una especie clave para controlar los pastizales y una presa del puma y de otros carnívoros.
POR LUCAS VIANO Hace más de medio siglo, las vizcachas formaban parte de lo que hoy es el Parque Nacional Quebrada del Condorito. Pero el animal fue declarado plaga y poco a poco fue desapareciendo del paisaje cordobés.
La vizcacha es un eslabón clave en la cadena trófica del paisaje serrano. Es un herbívoro que moldea la cobertura vegetal, pero además es una presa importante para los pumas.
Por este motivo, hace siete meses las autoridades de la Quebrada del Condorito decidieron reintroducir a este mamífero en el parque. Fueron 22 ejemplares traídos de la estancia Tres Estrellas, de Cabalango.
Germán Jaacks, el intendente de esta área protegida, asegura que el grupo está estable, pero que este procedimiento ahora está en pausa por la pandemia de coronavirus. Esta es la historia del regreso de la vizcacha.
Por muchos años, la vizcacha (Lagostomus maximus) fue tratada como una plaga. Figura así en el Código Rural de 1885, que recomendaba su “extinción” a todo poseedor o arrendatario de campo.
“A nivel nacional, la especie ha sido declarada plaga para la agricultura por la ley 4.863 de 1905, lo que permite su eliminación sin discriminación de modo y método: venenos, inundación de cuevas, balas”, cuenta Daniela Tamburini, especialista en mamíferos del Centro de Ecología y Recursos Naturales Renovables de la Universidad Nacional de Córdoba (Cernar). La experta después menciona otras normativas más actuales que siguen vigentes. “La disposición 116 de 1964, del Ministerio de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentos, presenta un listado de especies plaga entre las que figura la vizcacha. Actualmente, este listado no ha sido modificado”, detalla.
En tanto, Jaacks recuerda un relevamiento a viejos pobladores de la Pampa de Achala, quienes mencionaban que la vizcacha era muy abundante hace 65 años y que incluso se la cazaba para comer. “Ahora sólo están detrás de Los Gigantes, en Cuchilla Nevada y en el Volcán”, relata.
Traslado y refugios Las 22 vizcachas trasladadas al parque nacional provienen de la estancia Tres Estrellas, en Cabalango. Un estudio realizado por los biólogos Cecilia Contarde y Diego Guzmán (del Instituto de Investigaciones Biológicas y Tecnológicas de Conicet y de la Universidad Nacional de Córdoba) determinó que en ese sitio hay 622 ejemplares distribuidos en 38 grupos sociales.
Los animales fueron capturados en una trampa de siete metros de diámetro para poder encerrar a todo un grupo social. Luego fueron sedados para realizarles análisis y mediciones y colocarles marcas. Los 22 ejemplares estaban distribuidos en dos grupos. En total, fueron 12 hembras y 10 machos.
El personal del parque nacional construyó dos refugios subterráneos con cámaras de cría. Se controló que la temperatura y la humedad fueran las adecuadas. Fueron hechos de adobe, de madera y de cemento, y se colocaron cámaras de video adentro y afuera. Los refugios fueron aislados con un tejido para evitar la llegada de predadores. Por un tiempo se los alimentó con alfalfa, con avena y con maíz. El 5 de octubre de 2019, nació la primera cría en el parque nacional.
En los primeros días de diciembre removieron el tejido perimetral. Las cámaras permitieron corroborar que los dos grupos se adaptaron bien al lugar y comenzaron a explorarlo. Tampoco hubo disputas internas.
Beneficios Jaacks explica que la reintroducción de vizcachas forma parte de un objetivo más grande para el parque, que es el manejo integral del paisaje ecológico. “Se viene manejando la vegetación con ganado doméstico porque los herbívoros autóctonos, como el guanaco, la vizcacha, el venado de las pampas y quizás el choique, se extinguieron”, explica. Jaacks agrega: “Ahora hay un desfasaje importante en los nichos tróficos porque hay pumas, pero sólo pueden comer cuises, ratones y liebres, ya que no pueden cazar guanacos y otras presas medianas o grandes, como la vizcacha”.
La vizcacha es una ingeniera del paisaje porque mantiene la vegetación baja alrededor de sus cuevas para poder vigilar la presencia de predadores. Transforma un pastizal en una pradera. Aumenta la diversidad vegetal porque puede remover pajonales y darles lugar a las hierbas. Además come vegetación más dura que la que ingiere el ganado doméstico.
Los túneles que hace provocan intercambios de tierra entre las capas de suelo. Y esas galerías también sirven de refugio para reptiles, roedores y aves. “La población viene en una ligera curva de aumento, pero todavía no podemos decir que el procedimiento fue exitoso. Consolidar un trabajo como este lleva mucho tiempo”, dice Jaacks.
Y agrega: “Deberíamos sumar refuerzos poblacionales, pero no se pudo por la pandemia. Entonces estamos extendiendo los días de alimentación con forraje para evitar que las vizcachas se alejen mucho y sean cazadas por predadores”. En la reintroducción trabajó personal del parque nacional, del Instituto de Investigaciones Biológicas y Tecnológicas (Iibyt, de Conicet y de la Universidad Nacional de Córdoba), del zoológico Tatú Carreta y de la estancia Tres Estrellas.
FUENTE: LA VOZ
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