Volcanes de Córdoba | Cuando en África aparecían los primeros homínidos, hace unos cinco millones de años, en Córdoba hacían erupción, por última vez, los volcanes de Pocho. Fueron explosiones catastróficas que terminaron por modificar el paisaje. Por entonces, América ya tenía su configuración actual, aunque el clima era un poco más húmedo.
Especialista en Comunicación Pública de la Ciencia y Periodismo Científico [FCC-FaMAF]
Ivan Petrinovic, es geólogo especializado en vulcanología e investigador del Centro de Investigaciones en Ciencias de la Tierra (Cicterra – UNC/Conciet), explica cómo fue el proceso que moldeó la fisonomía actual de las Sierras de Pocho, al oeste del territorio provincial.
¿Cuál es el origen de los volcanes de las Sierras de Pocho?
Tanto los volcanes de Pocho como los de la cordillera de los Andes tienen el mismo origen: rocas que se fundieron a mucha profundidad y ascendieron en forma de magma. Esto se produjo debido a que la placa tectónica de Nazca –que forma parte del fondo oceánico del Pacífico– se introdujo bajo la placa Sudamérica. Es un fenómeno conocido como subducción. El roce entre las placas es enorme: habitualmente genera terremotos, pero también funde las rocas y permite la aparición de volcanes.
En la latitud de Córdoba, la placa de Nazca tiene una particularidad: se sumerge bajo la sudamericana con un ángulo muy bajo, prácticamente horizontal. Entonces, se interna bajo el continente sin fundirse del todo en el manto. Desde Mendoza y hasta Córdoba, el continente se deforma y fractura formando cordones montañosos y valles, tal como muestran hoy las Sierras de Córdoba.
Los volcanes, que a otras latitudes se encuentran sobre la cordillera misma, en esta latitud se activaron mucho más al este. Por eso hay volcanes en Córdoba, pero no en Mendoza en la misma latitud.
¿Los continentes juegan algún papel en este proceso?
Los continentes son las partes más elevadas y menos densas de enormes placas tectónicas que se mueven entre sí. Se juntan, se separan y cambian. En ciertos momentos, la energía acumulada se desboca y se desencadenan grandes terremotos y erupciones volcánicas donde todo cambia en un instante.
¿Cómo fue el surgimiento de los volcanes en Pocho?
Lo que sabemos de los volcanes de Pocho es que todo comenzó explosivamente. El magma alcanzó la superficie y abrió muchos conductos a través de los cuales salió una mezcla incandescente de gases y cenizas.
Eso fluyó en formas de corrientes a muy altas temperaturas, devastando todo a su paso. Se llaman flujos piroclásticos, pueden alcanzar una velocidad de 500 km/h y llegar a 600°C de temperatura. No dejan nada en pie y calcinan todo a su paso.
A medida que estos volcanes iban exhalando esa mezcla incandescente, por los mismos conductos expulsaron enormes bloques de roca, que impactaron en las cenizas depositadas previamente. Fueron como bombas volcánicas que deformaron las capas anteriores como si fueran de plastilina.
¿Qué condiciones debieron darse para que aparecieran estos volcanes?
Entre otras cosas, debe haber mucha agua en condiciones de evaporarse. Por eso es frecuente que se formen cuando hay subducción, que siempre involucra una placa de fondo marino y, por ende, agua. Así llegamos a un escenario donde la presión acumulada bajo tierra es enorme, y genera erupciones explosivas.
Además, el agua facilita que la roca se funda más fácilmente, porque baja su punto de fusión. Luego, el magma fluido escapa hacia la superficie.
En Pocho, la presión que generó el magma bajo tierra fue inflando el terreno hasta que reventó en forma explosiva. La presión interna generó elevaciones del terreno y pendientes por las que circularon ríos que fueron arrastrando piedras, barro, cenizas y todos los materiales que eyectan los volcanes.
¿Es posible determinar la edad de los volcanes?
La forma más precisa es estudiar la edad de las rocas. Hay muchos métodos, según la roca que se quiera datar. Para ello se utilizan algunos materiales radiactivos, como por ejemplo los radioisótopos de Potasio, o Argón 139, 140. Esos materiales cambian con el tiempo, se transforman en otra cosa, pero a un ritmo conocido.
Entonces observando la proporción de esos isótopos presentes en las rocas, es posible saber cuánto tiempo hace que se formaron. Todas las rocas volcánicas llevan un reloj interno. Al enfriarse la roca, al cristalizarse, ese reloj se prende y empieza a contar.
Volcanes de las sierras de Pocho, al este de la localidad de Salsacate, en el interior de la provincia de Córdoba.
¿Qué tan recientes son los volcanes en Córdoba?
Los de Pocho tienen poco millones de años. Pero los volcanes de Los Cóndores, que se encuentran ubicados aproximadamente entre las localidades de El Pungo y Despeñaderos, son los más antiguos de la provincia de Córdoba. Derramaron su lava –en este caso, en forma tranquila y sin grandes explosiones– en un período entre los 80 y 120 millones de años en el pasado. Sudamérica era muy diferente a lo que es ahora: estaba unida con África y la relación entre continentes y océanos era muy distinta. Prácticamente no existía el océano Atlántico.
A diferencia de los de Pocho, los volcanes de Los Cóndores tuvieron un carácter efusivo: no hubo explosiones. La lava llegó a la superficie por enormes grietas que se iban superponiendo unas a otras. Por eso no pueden verse hoy como montañas, sino que su existencia se deduce por la presencia de extensas lavas de basalto, similares a las actuales de Hawaii, y por sedimentos asociados a este tipo de erupciones.
Entonces, existen distintos tipos de volcanes…
Sí, pero los grupos principales se diferencian sobre la base de si tuvieron muchas erupciones superpuestas (llamados poligenéticos), o si presentaron una única erupción (monogenéticos).
Estos últimos generalmente forman campos volcánicos, con muchos conos pequeños agrupados en extensas áreas. Un ejemplo es La Payunia, en Mendoza, y el campo de volcanes de la Puna de Catamarca y Salta.
Los poligenéticos, en cambio, son los más comunes en el límite entre Argentina y Chile. Forman montañas aproximadamente cónicas, de 500 a 1.000 metros de altura desde su base. Los volcanes Lanín, en Neuquén, o el Ojos del Salado, en Catamarca, entran en esta categoría
Los domos volcánicos, como los de las Sierras de Pocho, en cambio, son formaciones de lava viscosa que actúan como tapones luego de las erupciones. Esto sucede debido a que el magma no tiene la capacidad de surgir en forma líquida y se cristaliza antes de salir a la superficie. El magma sale en forma de churros y va cortando la roca que ya existía.
Esos domos crecen y se solidifican en semanas o meses. Finalmente esos churros de lava se enfrían totalmente y no tienen más energía, debido a que ya no hay más presión desde abajo. Los domos del Véliz, Poca, Ciénaga, Agua de la Cumbre y Yerba Buena en las Sierras de Pocho son claros ejemplos.
Un tipo de especial, debido a sus dimensiones e impacto de sus erupciones, es el de los supervolcanes. Son enormes. Su diámetro puede llegar a superar los 100 kilómetros y son reconocibles a través de imágenes satelitales, ya que desde el terreno muchas veces es difícil distinguirlos, por sus dimensiones.
Son parecidos a los cráteres de impacto de meteoritos y se forman debido al hundimiento de sectores de la corteza terrestre en reservorios de magma de grandes dimensiones que están debajo.
El hundimiento o colapso de un sector de la corteza terrestre, compensa el vaciamiento súbito que tiene el reservorio de magma, al desencadenarse estas súper erupciones. El proceso es, en cierta medida, similar al movimiento de un pistón dentro de un cilindro en un motor a explosión.
El magma desalojado puede tener un volumen superior a los 1.000 kilómetros cúbicos. Eso equivale a un cubo de 10 kilómetros de lado, lleno de magma y es desalojado en forma casi instantánea, quizás en unas pocas horas.
Tengo grandes las sospechas –y esta es mi hipótesis de trabajo para los próximos años– de que la etapa explosiva de los volcanes de Pocho tuvo un comportamiento similar a las erupciones de un supervolcán, pero a menor escala. El tiempo dirá.
Ivan Alejandro Petrinovic, nació y se crió en Dumesnil, un pueblo minero entre canteras de caliza y explosiones permanentes. Estudio Geología en la UNC y luego se doctoró en la Universidad Nacional de Salta, en 1994. Como investigador de Conicet, allí trabajó hasta 2010, cuando llegó al Cicterra. Su tema de especialización, dentro de la vulcanología, son las calderas de colapso, cuyas interpretaciones se restringen al registro geológico ya que no se conocen descripciones de este tipo de erupciones en tiempos históricos. Ha formado una decena de estudiantes en su campo disciplinar y contribuye con su especialidad en planes de manejo de reservas naturales como las de Copahue y la del Parque Nacional Lanín.
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